Es un símbolo de origen indoeuropeo que alude a la triple dimensión. También simboliza la vida, la muerte y el renacimiento (vida, muerte y reencarnación, para los celtas). Se ha encontrado principalmente en estelas celtas, en runas vikingas y en ollas y vasijas romanas (se cree que fueron hechas por esclavos celtas). A lo largo de la historia, ha asumido muchos significados, como la triple dimensión de la igualdad, la eternidad y la indivisibilidad.

También, plasma la filosofía celta, según la cual el todo tiene tres niveles: físico, mental y espiritual.

Según la tradición celta y el druidismo, la triqueta tiene poderes curativos y de bendición, así como de fertilidad y vida.

Los rituales lunares están muy relacionados con la triqueta, la fertilidad y la feminidad del universo. Las fases son muy importantes para el druidismo. De hecho, el calendario celta es lunar.

La triqueta, al representar la parte femenina del universo, la utilizaban principalmente los druidas varones, ya que la ideología celta estaba basada en un sentido muy avanzado de equilibrio en todo sentido; aunque no era un símbolo específico de los varones, pues muchas dríades lo utilizaban para muchos rituales.

En la conquista por parte de Julio César, el ejército adoptó el triquel a la cultura galorromana. La iglesia cristiana romana de Constantino II le dio otro significado de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Perdió, así, su significado de origen celta.

A pesar de todo, hubo muchos que guardaron sus creencias y simbologías, comúnmente liderados por druidas.